Conceptos

Abandono

Las 5 heridas de la infancia

Esta herida se produce cuando el niño se siente abandonado física o emocionalmente por sus progenitores. La máscara relacionada con esta herida es la del DEPENDIENTE, que se caracteriza por una tendencia a depender de los demás para sentirse valorado y amado.

Para poder entender mejor la herida de abandono hay que aclarar la diferencia con la de rechazo:

ABANDONO: Existe una distancia temporal, física o emocional entre el individuo y sus progenitores. Esa distancia estará basada en una o varias ACCIONES que tienen que ver con el ‘tener, hacer o poder’ o su respectivo impedimento. Ej.: “La madre tiene que salir a trabajar, no puede estar con el niño y lo deja al cuidado de su abuela.”

RECHAZO: Los progenitores adoptan una actitud de repeler al individuo para no tenerlo cerca. Esa actitud estará basada en lo que el individuo ES o no. Ej.: “El padre deseaba tener una hija mujer y nació un niño.”

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Es común que la herida de abandono se viva con el progenitor del mismo sexo y se viva el rechazo con el progenitor del sexo opuesto. Y en este punto es importante aclarar que los padres tienen la misma herida que le heredaron a su hijo, lo que determinará el tipo de relación consciente e inconsciente que ellos tendrán a lo largo de su vida.

Algunos escenarios posibles en los que se haya programado la herida de ABANDONO son:

  • Nace un nuevo hermano y el niño nota que ya no tiene toda la atención de mamá o papá, lo que puede ser interpretado como abandono. Algo muy común que vive el hijo mayor.
  • Los padres se ausentan por cierto tiempo o distancia para poder cumplir con sus obligaciones o necesidades: Trabajo, estudio, etc.
  • Internación: Por cuestiones médicas el niño puede permanecer internado, estar en incubadora cuando es bebé o por ejemplo, estar inscripto en una escuela de pupilo.
  • Fallecimiento de sus progenitores.

A continuación vamos a enumerar varias características que pueden estar presente en un individuo con herida de ABANDONO, aclarando que no se tienen que cumplir todas e incluso pueden combinarse con otras heridas, ya que cada individuo es único y especial y dependerá absolutamente de la interpretación que haga de su ambiente, determinando así también el tipo de herida y la intensidad con que la viva.

TIPO DE CUERPO:
Como el cuerpo es una proyección absoluta de la mente, la intensidad de la herida determinará siempre la forma del cuerpo, por lo que si el abandono se vivió con una carga emocional importante el cuerpo transmitirá la sensación de estar colgado o caído (abandonado) en esa misma intensidad. Incluso el intento que haga el individuo en ocultar su cuerpo, será el mismo esfuerzo que hará para ocultar su herida.

Algunas características del cuerpo con herida de abandono son:

  • Carente de tono o caído, que parece no poder sostenerse, como si colgara o necesitara ayuda para mantenerse en pie.
  • Se apoya o se tira siempre dónde puede, contra la pared, se desparrama en la silla, apoya su cabeza constantemente en sus manos, etc.
  • Ojos grandes y con sensación de tristeza.
  • Da la impresión de tener brazos largos que cuelgan.
  • Postura encorvada: Sensación de que su columna no puede sostenerlos erguidos.
  • Partes caídas o flácidas, sin tono muscular (Hombros, pecho, glúteos, rodillas, vientre). Características comunes en individuos que sufren de sobrepeso u obesidad.

CARACTERÍSTICA DE LA MÁSCARA: PERSONALIDAD DEL DEPENDIENTE

  • Utiliza el victimismo como un recurso (consciente o inconsciente) para llamar la atención de los demás, así sentirse importante y recibir su apoyo. Incluso puede utilizar el chantaje emocional para hacerlo.
  • Llora con facilidad, dramatiza y sufre al no recibir la tentación que espera.
  • En ocasiones toma el papel de ‘Salvador’, es la Madre o el Padre de todos y se encarga constantemente de ellos para tener su atención y lo halaguen, algo que muchas veces, al ser en extremo consigue que se alejen y eso hace que reviva nuevamente su abandono.
  • Tiene miedo a la soledad, lo que genera altibajos emocionales recurrentes.En ocasiones aguanta y soporta situaciones (relaciones) por no estar solo.
  • Tiene dificultad en tomar decisiones, por lo que necesita el apoyo y la opinión de los demás para hacerlo.
  • No le agrada realizar actividades o trabajo físicos solo, necesita la presencia de otros para hacerlo.
  • Cuando hace algo por los demás, la intención más profunda (inconsciente) es recibir su afecto y atención.
  • Pide consejos por no sentirse capaz, pero rara vez los toma ya que en esa acción busca sentirse apoyado.
  • Cuando alguien le abandona pone en juicio su valor, ya que no cree ser suficiente.
  • La tristeza es una sensación que los acompaña constantemente y que muchas veces no pueden identificar precisamente su origen.
  • En casos extremos como un recurso para encontrar apoyo, hablan del suicidio o lo intentan.
  • Son cálidos y afectuosos al extremo para que los demás lo sean con él.
  • Su miedo a la soledad combinado con la ansiedad puede jugarle en contra, ya que si logra una relación, su miedo a que se termine no le permite relacionarse de forma sana, produciendo así un desgaste que consigue aquello que no desea: ser abandonado.
  • En ocasiones no respeta la soledad del otro con la excusa de no sentirse abandonado o poco importante.
  • Le agrada el contacto físico, estar ‘agarrado o apoyado’ en otros.
  • Se fusiona fácilmente con las emociones de los demás y se hace responsable de ellas, pensando que los otros deben hacer lo mismo con las suyas.
  • Como padre o madre, crean dependencias emocionales con sus hijos, en ocasiones manifestando una sobreprotección extrema o ya de adultos, exigiendo atención y una comunicación constante.
  • Disffrutan mucho del sexo, que utilizan como fuente de apego ya que les agrada sentirse deseados. En ocasiones pueden hacer concesiones sexuales con su pareja para que no los abandone.
  • No les gusta comer solos y lo hacen de forma lenta, para prolongar el placer, la compañía y la atención. Tampoco le gusta ‘dejar’ comida en el plato.
  • Durante la infancia pueden ser niños enfermizos o débiles.

Si te identificas con ciertas características de esta herida, en primera instancia deberás hacerte consciente de la interpretación que has hecho acerca de todo lo que ha sucedido en tu vida y reconozcas en qué situaciones te sentiste abandonado/a, principalmente poniendo el foco en lo que viviste con tus progenitores, ya que es ahí dónde se encuentra el conflicto emocional primario y que luego por repetición se proyectará en las demás relaciones, reviviendo así la misma emoción de abandono.

Es importante que entiendas, que tus progenitores tienen o tenían la misma herida que tu y que ellos la heredaron de sus propios padres (tus abuelos), dejando en evidencia el mecanismo de herencia de información, que te libera de hacer cualquier juicio de valor y que además, a través de dicha repetición, podes tomar consciencia de que es algo que se necesita sanar en tu inconsciente y en el inconsciente familiar.

Un progenitor que abandona es un individuo que no sabe acompañar y como no existe el manual de ser padre o madre, cada uno cumple ese rol con las herramientas que obtuvo de sus propios padres; lo que nos permite concluir: que si no fue acompañado, nunca pudo aprender a acompañar. Incluso en ocasiones, el no saber acompañar se puede traducir en una sobreprotección extrema, algo que tampoco será sano para el desarrollo del hijo, generando así dependencias y a la larga posibles abandonos.

Tu herida de abandono como camino de evolución personal y de autoconocimiento, viene a invitarte a que reconozcas el valor que te das como persona, para que eleves tu autoestima y puedas encontrar el amor propio que te hace falta, reconociendo así que nadie te abandona si no te abandonas a tí mismo/a y que cada dolor que te ha tocado vivir tiene consigo un aprendizaje, que si lo observar de forma amorosa puede contribuir a tu evolución personal.

IMPORTANTE: Lo expuesto aquí no es un diagnóstico, sino que son generalidades simbólicas que se utilizan en la búsqueda del conflicto, siempre con la participación del consultante, indagando en su historia personal para que tome consciencia de lo que está generando el síntoma o el comportamiento que desea sanar.

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