
Desde la Biodesprogramación hablamos de ‘tonalidades’ de conflictos, una clasificación que se realiza teniendo en cuenta el tipo de ‘necesidad biológica no resuelta’, un factor que está sujeto a la interpretación que cada cerebro haga de su conflicto y que tiene sustento en la información que heredó y aprendió; incluso al referirnos a la parte más antigua del cerebro, la más arcaica, la clasificación de las necesidades o los conflictos mostrarán características de un comportamiento animal. En esta oportunidad, vamos a poner la atención en el conflicto de TERRITORIO.
En primera instancia debemos definir qué es el territorio y para eso vamos a tomar una definición de la Real Academia Española (RAE):
Territorio: “Terreno o lugar concreto, como una cueva, un árbol o un hormiguero donde vive un determinado animal, o un grupo de animales relacionados por vínculos de familia y que es defendido frente a la invasión de otros congéneres.”
Para el caso del homo sapiens sapiens, una especie animal más, el territorio físico se amplía, ya que para él también entran en juego otros elementos que forman parte de un territorio simbólico, tan importante como el real; simbolismos que como se dijo, están sujetos a la interpretación de cada cerebro y de eso dependerá el valor que se le dé a cada cosa.
Por eso el territorio real se ampliará de forma significativa con todo lo que el individuo ama o considera propio, todo eso que al nombrar le antepone la palabra ‘Mi’: ‘Mi trabajo’, ‘Mi marido’, ‘Mi esposa’, ‘Mi proyecto ‘ y una lista de infinitas posibilidades… por lo que cualquier eventualidad que atente contra algo que esté en ese grupo o clasificación, será interpretado como un ataque al territorio y el cerebro actuará en consecuencia ejecutando un programa biológico de supervivencia que actúe como solución al conflicto y será el que modificará el funcionamiento de los órganos necesarios para el ‘marcaje o defensa deL territorio’, como lo pueden ser los órganos de excreción o de los sentidos.
Por ejemplo cualquier síntoma que afecte la acción de orinar o defecar, posiblemente se deba a un conflicto de territorio, ya que estos fluidos se utilizan hace millones de años por muchas especies para delimitar su territorio.
Un ejemplo puede ser el de una mujer que sufre variaciones en su manera de menstruar, aumentando el sangrado en frecuencia y cantidad debido a que otra mujer está invadiendo su territorio (‘Mi marido’) y ha puesto en juego su rol femenino.
Otro programa para solucionar un conflicto de este tipo, puede afectar los órganos de los sentidos, por ejemplo los ojos o los oídos, que en función de la necesidad se ajustarán para percibir o no la amenaza; comúnmente se disminuye su capacidad, como si al no percibir la amenaza el cerebro la hiciera desaparecer.
Sin dudas estamos frente al funcionamiento de la computadora biológica más eficiente que la naturaleza ha creado, pero su manera de actuar no siempre es la más inteligente, ya que lo hace desde una perspectiva animal muy antigua, pero que al hacernos conscientes de su funcionamiento nos permite interpretar los síntomas (como su solución biológica), descubrir su verdadero origen y de esa forma llegar a un grado de consciencia que resuelva el conflicto, generando así la sanación que se busca.

