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¿Por qué enferman los niños?

Desde la perspectiva de la Biodesprogramación y basada en la 1er Ley biológica de la Nueva Medicina Germánica, se dice que para que exista un síntoma, previamente tuvo que existir un bioshock, considerando ‘bioshock’ a un evento dramático, inesperado, vivido en soledad (o no encontrar comprensión al compartirlo) y sin solución aparente para el individuo; características que hacen actuar al cerebro inconsciente, que ejecutará de forma autónoma un programa biológico de supervivencia, que tiene el fin de resolver el conflicto que conscientemente el individuo es incapaz de solucionar.

Esta definición plantea entonces la incógnita de por qué un niño o un bebé se enferma, incluso antes de nacer, si en su estado de consciencia no es capaz de percibir la realidad (conflicto) como lo haría un adulto.

Para explicar esto, en primera instancia debemos entender el funcionamiento eléctrico del cerebro, que a través de impulsos de baja amplitud (microvoltios) y de diferentes frecuencias (velocidades) permiten a las neuronas comunicarse entre si y que vamos denominar como «ondas cerebrales«. Su clasificación dependerá del rango de frecuencia en Hz (hercios) que registre cada una, lo que permite catalogarlas en ondas Delta, Theta, Alfa y Beta .
A medida que el cerebro se desarrolla comenzará a funcionar en frecuencias de onda baja y que a través del tiempo se irán incrementando a medida que el niño crezca:

Ondas Delta (Entre 1 y 4 Hz): Es la frecuencia del sueño en los adultos y en la que se encuentra el recién nacido, algo que explica por qué duermen tanto el primer tiempo de vida. Es la frecuencia en la que funciona el inconsciente, donde no se censura, ni se juzga la información recibida del ambiente exterior. A esta edad la actividad del cerebro pensante (Neocorteza) aún es muy baja.

Ondas Theta (Entre 4 y 8 Hz): Los niños de 2 a 6/7 años, funcionan en Theta, viven en un estado cerebral similar al de un trance hipnótico y están conectados sobre todo a su mundo interior. Viven en lo abstracto y de la imaginación, casi no poseen pensamiento crítico o racional. Por esto los niños pequeños tienden a creer todo lo que se les dice, algo que se debe tener muy en cuenta al momento de comunicarse con ellos; frases como «Sos inútil», «No sabes», «No sos capaz de…», «Serás un fracaso» «Sos un niño malo» serán afirmaciones que en esa frecuencia cerebral el inconsciente guardará sin juzgar y como ciertas. Creencias incuestionables que repercutirán en la vida adulta de esa persona y que todo padre/madre debería tener en cuenta, ya que son los responsables de la programación que reciba su hijo/a.

Ondas Alfa (Entre 8 y 12 Hz): De los 5 a los 8 años aparecerá una frecuencia un poco más alta que las anteriores, en esta etapa comienza a formarse la mente analítica, la que permite interpretar y tener una conclusión de la vida exterior, la que se alternará con el mundo interior, fluyendo entre imaginación y realidad.

Ondas Beta (Entre 11 y 30 Hz): De los 8 a los 12 años y en adelante la actividad cerebral aumenta a frecuencias más altas. Estas ondas perduran en la etapa adulta y van aumentando en diversos grados. Después de los 12 años la puerta entre la mente consciente y la subconsciente suele cerrarse. Las ondas beta a su vez se subdividen en bajas, medias y altas. Conforme los niños se acercan a la adolescencia pasan de las bajas a las de rango medio y alto, las que comúnmente se manifiestan en los adultos.

Ahora que sabemos como repercute cada tipo de onda en el funcionamiento cerebral, podemos poner atención en las ondas Delta y Theta; en ellas se describe un marcado funcionamiento de la parte inconsciente, en la que el niño en el vientre de su madre y hasta al rededor de los 7 años, absorbe como verdad absoluta TODA la información que recibe, formando así la base que luego determinará y creará la realidad que el individuo viva. Por este motivo es común decir que la vida es la repetición de los 7 primeros años, donde el inconsciente graba como verdad la información que reciba a través de todos los sentidos y que luego utilizará de forma cíclica para crear la vida del adulto.

También hablamos que a través del ADN recibimos información ancestral y que la Epigenética a demostrado que heredamos capacidades, pero también conflictos sin resolver. Una información común entre padres e hijos, que se retroalimentará y se potenciará durante el desarrollo del niño a través del tipo de relación que se tenga, ya sea por presencia o ausencia de los mismos.

Otra cosa que debemos comprender, es una ley inquebrantable que el cerebro inconsciente utilizará al momento de relacionarse con sus progenitores y con todos los ancestros, dónde existe una incondicionalidad absoluta por haber recibido la vida, ya que si alguien de la ascendencia hubiera decidido no tener hijos, el individuo no hubiera existido, agradecimiento e incondicionalidad que lleva al cerebro inconsciente de las generaciones siguientes a revivir la información no resuelta de algún ancestro en particular y que pudimos detallar cuando hablamos de ‘Dobles‘.

Luego tenemos que revisar un funcionamiento biológico que aplica a la especie a la que pertenecemos, propio de una naturaleza amoral y sin juicio: Si cree que por el bien del clan debe sacrificar un individuo, lo hará. Si cree que por el bien de la especie debe sacrificar un clan, sin dudas que también lo hará, es la manera que ha adoptado la naturaleza para propiciar el mecanismo de evolución que nos ha traído hasta estos días.

Entonces… ¿Por qué se enferman los niños?

Vimos que durante el embarazo y en los primeros 7 años de vida, el funcionamiento cerebral es principalmente inconsciente, lo que convierte al niño en una ‘antena’ que capta y graba como verdad toda la información que recibe del ambiente, principalmente las emociones que se allí se viven, las que pueden estar afectando a sus progenitores (o quienes cumplan con ese rol), que se potencian y se retroalimentan aún más si la información recibida en el ADN es la misma (Dobles). Sumamos a esto la incondicionalidad que maneja el cerebro inconsciente de recibir y revivir cierta información no resuelta de algún progenitor/ancestro, favoreciendo de igual forma el mecanismo que la naturaleza utiliza en beneficio del clan, bajando a la biología (cuerpo) del niño, aquella carga emocional que puede estar afectando a alguno de sus progenitores, utilizándolo como una especie de válvula de escape que puede enfermarlo o incluso matarlo. Por ejemplo, si alguno de los progenitores se enferma o muere, automáticamente terminaría la evolución de su clan; en cambio si la carga emocional pasa a la cría, su enfermedad o muerte, no afectaría a los progenitores que pueden seguir procreando y así preservar la línea evolutiva que la naturaleza necesita, priorizando siempre la evolución del clan y de la especie.

Al describir las ondas cerebrales dejamos en evidencia las capacidades del cerebro inconsciente y los mecanismos propios de la naturaleza que lo rigen, por eso es importante que las personas que tienen niños a su cargo o aquellas que pretendan tenerlos, sean conscientes y entiendan que su estado emocional será captado por el inconsciente del niño en desarrollo y hasta alcanzar los 7 años de vida (a veces más!). Si bien somos seres emocionales y de estados cambiantes, tomar consciencia de esto permitirá acompañar a la embarazada y luego al recién nacido, creando un ambiente propicio para su desarrollo e incluso utilizar a favor el mecanismo, programando de forma ‘positiva’ al niño que luego resulte un adulto sano y con menos conflictos.

Por las razones aquí expuestas desde la Biodesprogramación no se realizan consultas con niños, en el caso de que alguno padezca un síntoma, serán los adultos que están a su cargo, los que debieran tomar la consulta.

Si tenés alguna pregunta o duda sobre lo expuesto en este apartado, no dudes en usar la caja de comentarios de aquí abajo. O bien si deseas tomar una consulta de Biodesprogramación encontrarás mis datos en el apartado de contacto.

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